NOSTALGIA (Aurora Giménez)

sábado, 3 de marzo de 2012


Ciudad de Barcelona.  Es mediodía. Una pareja pasea por las Ramblas. Él, casi un anciano. Cabello muy blanco y escaso. Es corpulento, a pesar de su avanzada edad. En su juventud era un hombre atlético, con mucha vitalidad. Una virtud le ha acompañado a lo largo de toda su vida: su trato cordial. Ella, una mujer madura. Cabello corto y claro. Figura mediana. Años atrás mucho más delgada. La cordialidad, es también su máxima virtud.
La ciudad, después de unos días llenos de lluvia, aparece resplandeciente ante los ojos de la pareja. Ella cogida del brazo de él. Van tranquilos. A esta hora la ciudad disminuye su marcha. El paseo bajo el sol suave de invierno se hace agradable. Él se siente orgulloso de su compañera y ella admira profundamente a ese hombre que conoce desde que nació.
Han ido de compras, han visitado unas galerías de arte. Han comprado unas litografías para él. Sus gustos se asemejan y enseguida se han puesto de acuerdo: dos acuarelas de Dufy, verdadera armonía de colores que servirán para decorar el diminuto comedor de la casa que el anciano comparte con su esposa.
Van a comer. Comparten una sencilla comida. Charlan. Durante el café, se quedan callados. Ella recuerda su niñez, cuando él la llevaba cogida de la mano para la escuela. La mirada de la mujer se dirige a aquellas manos: grandes, temblorosas ahora, algo torponas… pero ¡que dulces! ¡cuantas caricias le habían prodigado! Casi se le cae una lágrima, pero él, como adivinando, le pregunta “¿en qué piensas?” “nada, siempre me da sueño después de comer”. Él también siente algo especial en este día de invierno. Hacía muchísimo tiempo que no salían solos.
Terminan de comer y vuelven a las calles, ahora, llenas del bullicio que las caracteriza. Van despacito hasta la estación de tren. Él baja dos paradas antes. Se despiden. Ella vuelve a casa, junto a su marido y su hijo, pero aquella noche su mente está ocupada pensando en un hombre que lo fue todo para ella: su protector, su héroe. Que fue fuerte, vital. ¡cuanta nostalgia! ¡que daría por volver, aunque fuera un instante a aquella infancia y volver a tener su mano guardada dentro de la de su héroe! Sin embargo está contenta. Es un sentimiento agridulce, difícil de explicar. Piensa que, dentro de unos años, recordará este día y sentirá lo mismo que ahora pensando en su padre.

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