A CADA UNO LO SUYO (Sara Fernández)

jueves, 29 de noviembre de 2012


Todo empezó cuando murió mi madre.
¡ Madre mía la que se armó! La verdad, en la muerte de una madre, no es que se esté por ver quien viene y quien no viene, pero es que esto fue tremendo.
Me encontraba al lado de donde yacía mi madre en el velatorio; nos encontrábamos mis dos hermanas, mi padre y yo, y eso que de repente aparece por la puerta un hombre con un traje gris oscuro, muy alto, con el pelo bastante corto, y unos ojos bastantes grandes y marrones. Me causó bastante impresión verlo porque tenía un cierto parecido a mi padre. En lo robusto, y a la vez en la manera de andar desgarbada, los mismos pasos que yo recordaba en aquellos instantes fugaces, de habérselos visto a mi padre. Pero, es que la cosa está en que yo a ese hombre no lo había visto en la vida... Mis dos hermanas mayores, dentro de la inmensa pena que conlleva el perder a una madre de un día para otro a causa de un infarto, se miraron y con los ojos cristalinos y enrojecidos de tanto llorar no podían abrir la boca, pero si que podía entrever en sus ojos que para ellas dos, este ser era reconocible. Yo no me percataba de mucho, era la más pequeña y aunque todas estábamos muy mal, anímicamente hablando, yo era la que permanecía más unida a mi madre siempre. Ahora yo tenía 15 años, ellas eran más mayores que yo.
Este hombre de aire misterioso, se adelantó hacia donde estaba mi madre, mientras le brotaban dos grandes lágrimas de sus ojos. Se dispuso a salir del recinto, cuando mi padre en un afán de alcanzarlo, pegó un salto de la silla ( no muy común para esta clase de situaciones, bajo mi punto de vista ) y lo agarró del brazo y le susurró algo al oído mientras le apretaba fuertemente. Se marchó.
A los pocos días, y teniendo en cuenta que en mi familia, mi madre, a parte de mi padre, había dejado un testamento firmado, nos reunimos en el notario, como suelen hacer todas las familias. En la mía no había mucho que repartir, pero la verdad a ninguno nos importaba lo que hubiera de herencia, porque la pena era demasiado grande.
Pues allí estábamos, un Martes a las 18h de la tarde del 24 de Diciembre del año 1996. Recuerdo que hacía un frío tremendo, un frío que se te calaba hasta en los huesos, y mi padre, ya mayor, y con lo delicado que estaba, vino como pudo trayendo consigo la pulmonía que había cogido hace dos semanas.
Entra el notario, y estamos mis dos hermanas y mi padre... A eso que, cuando se disponía a empezar a leer la últimas voluntades de mi madre, aparece otra vez el mismo hombre del velatorio, con el mismo traje y el mismo paso desgarbado. Mi padre entró en cólera. Mis dos hermanas y yo, nos miramos y no entendíamos nada de nada. El notario, alzó la voz, he hizo callar tanto al uno como al otro, y nos quedamos en silencio. Hasta que el notario pronuncio el nombre y los apellidos del hombre que estaba sentado al lado nuestro... ¡ Era nuestro hermano! ¿ Però por què desprendía tanta rabia mi padre hacia él? ¿ Por qué no lo habíamos visto en la vida? La cuestión es que el notario, a medida que más se acercaba el momento culminante, por decirlo de algún modo, de anunciar lo que nos tocaba a cada una de las hermanas, a mi padre y ahora a mi “supuesto” hermano, este último, cada vez estaba más nervioso. Mi madre, a mis hermanas y a mi, nos había dejado las poquitas joyas de valor material pero si sentimental que tenía, dejando a nuestro libre albedrío que escogiéramos las que quisiéramos cada una.
Ahora tocaba la hora de Miguel, mi “hermano” , a él le dejó unas tierras que supuestamente estaban sin trabajar des de hace muchísimo tiempo al Sur de España, y a mi padre le dejó la casa donde habían vivido durante 45 años. ¿ Justo? Pues parece que no, porque mi “hermano” delante del notario, volvió a entrar en cólera... Y mi padre, ahora ya no se ponía a su altura, le dejaba despotricar, todo y más... aunque con todo el dolor de su corazón. Delante de nosotras tres, y del notario, le dijo estas palabras: Hijo mío, tú no fuiste bueno con tu madre, y dale gracias a Dios que al menos te ha dejado unas tierras que pueden alcanzar a tener algún valor algún día, unas tierras que un día tú mismo rechazaste a trabajarlas junto a mi, y que yo rechacé, y en vida de tu madre, también fueron rechazadas por mi, por si algún día aparecías de nuevo y querías trabajarlas, así que hijo mío, siento decirte esto, y delante de tus hermanas, y de un notario, pero A CADA UNO LO SUYO.


Sara

UN TARDE DE CINE (Sara Fernández)


Me acuerdo perfectamente de aquella tarde. ¡ Vaya si me acuerdo! Había quedado sobre las seis de la tarde con mi mejor amiga para ver una de esas películas tan romáticas típicas del cine actual de los productores, guionistas, etc de Hollywood. Su nombre era “ City of Angels” ( Ciudad de Ángeles ) la actriz Meg Ryan y el actor Nicolas Cage eran sus protagonistas, y la verdad, es que su sinopsis nos atraía bastante.
Estábamos en la edad “tonta” como lo digo yo ahora... tonteando con chicos del instituto, y esas cosas... pero claro ni a ella ni a mi, por mucho que nos surgiera un pretendiente con ganas de ver una película que ellos denominaban “empalagosa” al lado de una de las de acción, muerte y destrucción, nos dejaban ir con un chico. No es que fueran los años 60, pero en esa época yo convivía más con mi abuela que con mi madre, por situaciones de trabajo, y claro las abuelas educan de una manera según la época de les haya tocado vivir.
Ya, antes de llegar, tenía un presentimiento... no era demasiado bueno, la verdad.
Personalmente, me gusta saborear una película que parece que puede ser buena, tranquila, fijando mi atención en ella, etc. porque a parte de otras cosas, para eso pago. Bueno, todo hay que decir y este es uno de los datos que desencadenan a la tragedia, por decirlo así, que en los cines de hace unos años, no tenías que subir la montaña del Everest para ir hasta tu butacón, como los de ahora, ni los asientos estaban colocados de tal modo, que no te molestaba nadie de delante a la hora de ver la película con toda tranquilidad, disfrutando de la vista panorámica que no había en casa.
Llegó la hora de entrar a la sala, eran las siete y media. Antes de ir al cine teníamos la costumbre de ir con tiempo, para coger unos buenos asientos, y también echar unas risas mientras esperábamos para ver la película.
Entramos en la sala, y nos sentamos en una de las filas del medio de la izquierda.
¡ Ya empieza ! ¡Y mi presentimiento también! Por la puerta de la derecha, veo entrar a un hombre de mediana edad, de un metro ochenta aproximadamente, junto a su pareja. ¡ Dios! ( Yo cruzando los dedos, para que se fueran a otra fila ) Titubeaban entre las filas de la derecha y las de la izquierda donde estábamos nosotras dos... Y justo, cuando el hombre, para mi suerte, se decide a sentarse en la fila donde no estábamos nosotras, su pareja lo coge insistentemente de la chaqueta, y dándole unos besitos detrás del lóbulo izquierdo de la oreja, lo arrastra hacia la fila justo enfrente de nosotras. ¡ Lo sabía! Mi amiga no paraba de reírse, porque encima a ella le tocó detrás de la novia que mediría más o menos como nosotras, pero él me tocó a mi... y encima ¡ Con unos pelos a lo “afro”, que no veas!.. Acompañando su altura, con un ruidito incesante de una bolsa de palomitas, que parecía que no se acababan nunca... Mi amiga me miraba y se tronchaba de risa, y yo estaba atacada de los nervios... me pasé toda la peli intentando ver algo... y escuchar algo... porque encima el sonido de ese cine que fuimos no era de muy buena calidad que dijéramos.
Acabó la película. Nos quedamos mi amiga y yo solas en la sala, porque ellos se habían marchado. Encima lo gracioso, es que tenían sitio de sobra para escoger... pues nada, su cabeza delante de la mía. Y mi amiga en acto de calmar mi furia de Tauro, me hizo ver el lado bueno de la tarde como siempre solía hacer con todo, y me dijo: “ Fíjate, veníamos a ver una película romántica que seguro que hubiéramos acabado llorando, pero sin embargo, mírale el lado positivo para reírte de lo que nos ha sucedido. Primero hemos pasado una tarde entre dos amigas, tú y yo, y segundo, aunque no lo creas, cuando lo medites acabarás sonriendo... seguro que si la hubieras visto, hubieras acabado triste. Me dio un tierno abrazo, y salimos del cine... mientras me daba unos golpecitos en la nuca, diciendo: - Hay... esta Sara. Comprendí que una película es una película que puedo verla repetida miles de veces, pero los instantes, los momentos, no se repiten nunca.


Gracias Sílvia por estar siempre ahí.


Escrito por : Sara Fernández Avellaneda.

LO QUE SE SIENTE POR UN HIJO (Sara Fernández)


No atravesábamos una buena época por aquellos entonces, hacía dos meses habíamos perdido a nuestro único hijo en un accidente de moto a pocos kilómetros de casa, estaban a punto de deshauciarnos, debido a que mi mujer al coger la baja por depresión fue despedida y tampoco teníamos las fuerzas suficientes como para recurrir a ningún sitio, sólo teníamos mi humilde sueldo de brigadista del Ayuntamiento, y alguna ayuda que nos facilitaba la Asistenta de nuestra población, pero contadas veces y de manera muy escasa. Lo entiendo, somos muchas personas las que actualmente estamos pasándolo muy mal económicamente... pero es que a nosotros se nos ha juntado tantísimas cosas. Yo, intento ser fuerte, no mostrar debilidad, pero no puedo negar que cuando ella no está, lloro a escondidas, por lo que más nos duele, la pérdida de nuestro único hijo.
Eran las 18 horas de la tarde cuando abrí la puerta de la que todavía era nuestra casa, me dirigí al comedor, y allí estaba mi mujer, su semblante triste, mirada perdida, parecía, como si una vez más hubiera estado llorando. Llevaba puesta la bata que le regalé hace dos días, para el día de su cumpleaños, y las zapatillas a juego. Llevaba dos meses sin vestirse, sin salir a la calle y sin querer recibir visita. Por supuesto, no sabía nada del deshaucio. Al verme, se incorporó despacio des de el sofá donde se hallaba, y se mantuvo en pie unos instantes. Ahora su mirada se dirigía hacia mi, y yo, no como acostumbraba a pasar, intuía un cierto brillo en sus ojos... me estaba esperando. Inmediatamente y antes de que pudiera abrazarla, se desplomó. Cayó al suelo como un saco sin que pudiera sostenerla... y me percaté de lo sucedido. En la mesita, al lado del sofá, había lo que más me temía, el frasco casi vacío de los tranquilizantes y antidepresivos que el médico le había recetado... no se como pudo encontrarlos, pero lo hizo. Indudablemente no tardé ni medio segundo en llamar a una ambulancia, y me fui con ella al hospital.
Ahora, después de todo el proceso de desintoxicación, está fuera de peligro
Ahora descansa y observo como su pelo, cae sobre sus hombros y sus manos sobre su regazo. Permanece inmóvil, mientras plácidamente respira, como si estuviera dentro de un sueño de paz. Nunca antes me había parado a observar su belleza, la serenidad que ahora desprendía, lo bella que era, ni tampoco paraba en pensar en la suerte tan enorme que había tenido en encontrarla en mi camino.
Mientras observaba inmóvil a mi mujer, ella dulcemente abrió los ojos y me miró.
Ahora, ella se recupera lentamente, gracias también a la ayuda de un psicólogo y un psiquiatra especialista en estos casos, donde yo también voy...
Estoy a su lado a cada momento, y cada segundo que pasa, con mi mano enlazándose con la suya, no quiero perder a nadie más a quien quiero.
Ya han pasado tres meses, ya nos han dicho los médicos que pronto volveremos a casa, y que ahora el seguimiento lo haremos des de allí, con todo el equipo de psicólogos, psiquiatras,etc. Me han dicho que ahora tengo un papel enormemente importante, cuidar de ella, cuidar de mi... empezando por algo que a ella siempre le ha gustado... por eso ahora, nada más llegar a casa, plantaremos geranios, sus flores preferidas, y de todos los colores además. No solo tienen que iluminar nuestras ventanas, ahora también deben intentar poco a poco iluminar su vida, porque si ella mejora, yo también cada día estaré mejor... Bienvenida Primavera!

NI mamà ni yo te olvidamos Félix, en cada uno de estos geranios está tu luz.

Te queremos y te querremos siempre.

Papà y Mamà.
Escrito por: Sara Fernández

MI LUNA (Sara Fernández)



La Vía Láctea mostraba su cola blanquecina y las estrellas brillaban como pequeños diamantes en un negrísimo firmamento sin luna. La luna, esa luna que ilumina nuestras noches más oscuras, sin duda esa noche, como todas las otras para mi, eras tú. Iluminando mi vida, iluminando mis momentos más oscuros, iluminando mis noches a solas, mis días más tristes, aportándome los momentos de ilusión que un día desaparecieron y des de que entraste en mi vida han ido apareciendo con la misma intensidad como brillaban esas pequeñas estrellitas. Tú, eres mi diamante, eres el tesoro de mi vida, eres la razón de mi existir, los eres todo para mi. Tanto, que aún sabiendo que la distancia no nos favorece, yo lucho contra la razón, para abrirme hacia el camino que tu un buen día me brindaste. Me llenas de esa felicidad que tanto he ansiado durante muchísimos años, porque nunca o en contadas ocasiones he podido ser feliz.
Ahora, mientras camino en esta noche tan oscura y fría de invierno, sola por las calles grises de una Barcelona en decadencia de principios del siglo XX1, me imagino como tus cálidos brazos rodean mi frágil y pálido cuerpo, deteniéndome en una de las esquinas que hay antes de llegar al portalillo de mis casa, y cómo, tímidamente, me das un dulce beso de despedida, dejándome toda la dulzura de tu ser en mis labios y en mi corazón. No se cuando volveré a verte. Lo que sí se, es que aunque no haya luna en cielo, tú siempres serás la luna que me ilumina MI VIDA.

Te quiero

Sara

MI LUNA (Sara Fernández)



La Vía Láctea mostraba su cola blanquecina y las estrellas brillaban como pequeños diamantes en un negrísimo firmamento sin luna. La luna, esa luna que ilumina nuestras noches más oscuras, sin duda esa noche, como todas las otras para mi, eras tú. Iluminando mi vida, iluminando mis momentos más oscuros, iluminando mis noches a solas, mis días más tristes, aportándome los momentos de ilusión que un día desaparecieron y des de que entraste en mi vida han ido apareciendo con la misma intensidad como brillaban esas pequeñas estrellitas. Tú, eres mi diamante, eres el tesoro de mi vida, eres la razón de mi existir, los eres todo para mi. Tanto, que aún sabiendo que la distancia no nos favorece, yo lucho contra la razón, para abrirme hacia el camino que tu un buen día me brindaste. Me llenas de esa felicidad que tanto he ansiado durante muchísimos años, porque nunca o en contadas ocasiones he podido ser feliz.
Ahora, mientras camino en esta noche tan oscura y fría de invierno, sola por las calles grises de una Barcelona en decadencia de principios del siglo XX1, me imagino como tus cálidos brazos rodean mi frágil y pálido cuerpo, deteniéndome en una de las esquinas que hay antes de llegar al portalillo de mis casa, y cómo, tímidamente, me das un dulce beso de despedida, dejándome toda la dulzura de tu ser en mis labios y en mi corazón. No se cuando volveré a verte. Lo que sí se, es que aunque no haya luna en cielo, tú siempres serás la luna que me ilumina MI VIDA.

Te quiero

Sara

MICRORELATOS (Sara Fernández)







UN DESPERTAR



  • Al despertarse abrió un mundo de posibilidades y esperanza.



PRIMERA Y ÚLTIMA CITA

  • Ella insistió en no verle más, pero acudió a la cita. Al día siguiente, nadie sabía donde estaban.

LUCHA

  • Salió la fuerza y el coraje, y volvió a ver la luz.



LA SELVA

  • El león apaciguó la selva, la cotorra encarriló hacia la desgracia común.



UN EQUIPO

  • El alma salió sin dar explicaciones a los sentimientos ni al espíritu, se produjo la inestabilidad.



NO PUEDE SER

  • Se acostó obsesionado por conservar su nuevo puesto de trabajo como carpintero, al día siguiente amaneció, con una mano sujetando un martillo y con la otra mano un montón de clavos. Su mujer no dormía ya junto a él.



UNIÓN

  • El amor le dijo al sentimiento, somos hermanos. El sentimiento asintió, y le dijo: “ Ahora los dos debemos luchar contra la frialdad que llegará en breve”



NO PENSEMOS DEMASIADO



  • La razón le dijo al sentimiento: “ Yo pienso antes de decir y/o hacer las cosas, en cambio, tú te dejas llevar sin pensarlo” y el sentimiento, algo molesto con lo que la razón le dijo, le contestó: “ Me llevo por amor, porque cuando hay amor no se hacen las cosas pensando demasiado. ¿ Qué hay que pensar con lógica para darte a los demás o recibir amor de ellos?



EGOÍSMO

  • La embriaguez que sintió la Luna al ver reflejada su hermosura en aquel lago fue tan grande, que se sumergió en la oscuridad más tremenda. Al día siguiente el Sol amaneció llorando, no solo por no poderse encontrar nunca con ella, si no porque ya no se encontraría nunca más con ella, con esa Luna.







COMPARACIÓN



  • El perro sin miedo al gato, se creyó superior en todo momento. Era un perro fuerte, grande, en cambio el gato era más bien pequeño y desnutrido, así que en un acto de valentía el perro se lanzó al vacío para mostrar su fortaleza. El perro, quedó magullado por todas partes. El gato, con miedo, pero con espíritu de valentía y superación, se lanzó por el mismo sitio que el perro, cayendo de cuatro patas, y sin apenas un rasguño. El perro quedó boquiabierto, y el gato le dijo después de sacudirse el polvo: “ bueno, ahora solo me quedan seis vidas”.



NO TENGO PRISA



  • El caracol con paso firme y decidido, constante en su travesía, adelantó al galgo, al conejo, al perro y a la liebre. Momentos antes, cuando comenzaron la carreras todos rieron de sus posibilidades y confiaron su velocidad ante aquél insignificante animal.



CONVERTIDA

  • La bondad ingenua, aceptó la pícara y burlesca propuesta, transformándose así en lo que jamás había sido.



LO QUE VES ES LO QUE SOY

  • La máscara le dijo al hombre: “ yo te cubro tu rostro, para no ser víctima de las risas y burlas de tus vecinos que quieren burlarse de tu rostro desfigurado” y el hombre contestó: “ Puedes cubrir mi rostro si quieres, pero jamàs podràs cubrir, que a pesar de todo, soy feliz”



CONÓCEME

  • El cactus no comprendía el por qué todo el mundo le rechazaba, y además constantemente, tan solo se preguntaba: “¿ Si no se han parado a conocerme, como todos también tengo defectos”



ADIÓS



  • Cayó en un sueño profundo, esa misma tarde al oír el ruido estrepitoso que se emitía del exterior, se asomó a la ventana, ya no pudo hacer nada, ni para salvar su propia vida.



AMNESIA PARCIAL, TE RECUERDO

  • Olvidé cerrar la ventana del dormitorio donde corría una brisa marina de lo más relajante... Me tumbé exhausta por aquel día tan ajetreado encima de las sábanas que cubrían aquella maravillosa cama de hotel. De repente oí unos golpes en la puerta, salí a abrir apresuradamente a medio vestir, y cuando fui a descubrir quien era, su presencia me dejó atónita, y descolocada... lo último que recuerdo es su mano en mi boca, y mi endeble cuerpo lleno de magulladuras y golpes.



LA GUERRA

  • ¿ Quién eres? Soy el sentimiento, y ¿que vienes a hacer aquí? Vengo a que recapacitéis sobre lo que estáis haciendo.



EL SILENCIO



  • El silencio le dijo a la palabra: “ No te lo tomes a mal, ya que suelo aparecer poco, pero a veces mas vale ser un poco como soy yo”



LA MARIPOSA



  • Todos se reían de mi, cuando era pequeña y fea, ahora he crecido y todos me miran estupefactos. Ya no soy un gusano.



DIOS



  • Dios, una tarde pensó... estoy muy solo en todo este espacio de tierra y pensó: “ Ya sé, crearé un mundo con una criatura, Adán” Cuando Adán le pidió una esposa, Dios pensó: “ Me he equivocado al crearlos”. Y Adán y ahora Eva, después del 7º día, se preguntaron... ¿ però dónde se ha ido Dios? Y eso mismo es lo que nos preguntamos hoy en día muchos de nosotros.



MAÑANA



  • Hoy le pregunta al ayer, ¿ que hice? Y le contestó el Ayer, nada bueno. Entonces el hoy le dice al mañana procura que todo salga mejor.



EL OLVIDO



  • ¿ Quién fui? ¿ Dónde vivía? ¿ Quién eran mis hijos? ¿ Cómo se llamaban? ¿ Dónde estoy? ¿ Cómo me llamo? ¿ Quién eres?: Y le contestó el Olvido: ¿ A mi me lo preguntas?



RECUERDOS



  • Un hombre con demasiado tiempo libre, vive de sus recuerdos.



LA VIDA Y LA MUERTE



  • La vida, le dice a la muerte: “¿ Por qué quieres acabar conmigo?” Y la muerte le dice: “ No es que quiera acabar contigo, es que si no yo no existiría”.



EL SOL Y LAS NUBES



  • El Sol, ya lleva sin ofrecer todo su esplendor más de una semana, molesto le dice a las nubes que le tapan en cuanto va subiendo a lo alto del cielo: “ ¿Queréis dejar que me luzca de una vez por todas? “ Las nubes, lo miraron y le dijeron: “ No queremos molestarte, habla con el viento que nos lleva de aquí para allá” . Así lo hizo, le dijo al viento. “ Oye, ¡ Para ya de traer a estas nubes tan cerca de mí !, y el viento entonces le dijo: “ ¿Entonces cuál es mi función en este mundo?”



EL LADRÓN Y LAS JOYAS



  • Una noche en que un ladrón se dispuso a robar una de las joyas más valiosas de una de las familias más reconocidas de todo México, pasó algo... ¡ Oye ! ¿Por qué me quitas de mi almohada acolchada? Le dijo aquél collar de enormes diamantes. El ladrón lo soltó de inmediato y salió corriendo por donde había entrado. El collar, ahora en el suelo, decía: “ No se porque se empeña la gente en quitarme de mi cama de noche y de repente, no tienen mejor que hacer o qué?

    escrito por Sara Fernández Avellaneda


MICRORELATOS (Sara Fernández)







UN DESPERTAR



  • Al despertarse abrió un mundo de posibilidades y esperanza.



PRIMERA Y ÚLTIMA CITA

  • Ella insistió en no verle más, pero acudió a la cita. Al día siguiente, nadie sabía donde estaban.

LUCHA

  • Salió la fuerza y el coraje, y volvió a ver la luz.



LA SELVA

  • El león apaciguó la selva, la cotorra encarriló hacia la desgracia común.



UN EQUIPO

  • El alma salió sin dar explicaciones a los sentimientos ni al espíritu, se produjo la inestabilidad.



NO PUEDE SER

  • Se acostó obsesionado por conservar su nuevo puesto de trabajo como carpintero, al día siguiente amaneció, con una mano sujetando un martillo y con la otra mano un montón de clavos. Su mujer no dormía ya junto a él.



UNIÓN

  • El amor le dijo al sentimiento, somos hermanos. El sentimiento asintió, y le dijo: “ Ahora los dos debemos luchar contra la frialdad que llegará en breve”



NO PENSEMOS DEMASIADO



  • La razón le dijo al sentimiento: “ Yo pienso antes de decir y/o hacer las cosas, en cambio, tú te dejas llevar sin pensarlo” y el sentimiento, algo molesto con lo que la razón le dijo, le contestó: “ Me llevo por amor, porque cuando hay amor no se hacen las cosas pensando demasiado. ¿ Qué hay que pensar con lógica para darte a los demás o recibir amor de ellos?



EGOÍSMO

  • La embriaguez que sintió la Luna al ver reflejada su hermosura en aquel lago fue tan grande, que se sumergió en la oscuridad más tremenda. Al día siguiente el Sol amaneció llorando, no solo por no poderse encontrar nunca con ella, si no porque ya no se encontraría nunca más con ella, con esa Luna.







COMPARACIÓN



  • El perro sin miedo al gato, se creyó superior en todo momento. Era un perro fuerte, grande, en cambio el gato era más bien pequeño y desnutrido, así que en un acto de valentía el perro se lanzó al vacío para mostrar su fortaleza. El perro, quedó magullado por todas partes. El gato, con miedo, pero con espíritu de valentía y superación, se lanzó por el mismo sitio que el perro, cayendo de cuatro patas, y sin apenas un rasguño. El perro quedó boquiabierto, y el gato le dijo después de sacudirse el polvo: “ bueno, ahora solo me quedan seis vidas”.



NO TENGO PRISA



  • El caracol con paso firme y decidido, constante en su travesía, adelantó al galgo, al conejo, al perro y a la liebre. Momentos antes, cuando comenzaron la carreras todos rieron de sus posibilidades y confiaron su velocidad ante aquél insignificante animal.



CONVERTIDA

  • La bondad ingenua, aceptó la pícara y burlesca propuesta, transformándose así en lo que jamás había sido.



LO QUE VES ES LO QUE SOY

  • La máscara le dijo al hombre: “ yo te cubro tu rostro, para no ser víctima de las risas y burlas de tus vecinos que quieren burlarse de tu rostro desfigurado” y el hombre contestó: “ Puedes cubrir mi rostro si quieres, pero jamàs podràs cubrir, que a pesar de todo, soy feliz”



CONÓCEME

  • El cactus no comprendía el por qué todo el mundo le rechazaba, y además constantemente, tan solo se preguntaba: “¿ Si no se han parado a conocerme, como todos también tengo defectos”



ADIÓS



  • Cayó en un sueño profundo, esa misma tarde al oír el ruido estrepitoso que se emitía del exterior, se asomó a la ventana, ya no pudo hacer nada, ni para salvar su propia vida.



AMNESIA PARCIAL, TE RECUERDO

  • Olvidé cerrar la ventana del dormitorio donde corría una brisa marina de lo más relajante... Me tumbé exhausta por aquel día tan ajetreado encima de las sábanas que cubrían aquella maravillosa cama de hotel. De repente oí unos golpes en la puerta, salí a abrir apresuradamente a medio vestir, y cuando fui a descubrir quien era, su presencia me dejó atónita, y descolocada... lo último que recuerdo es su mano en mi boca, y mi endeble cuerpo lleno de magulladuras y golpes.



LA GUERRA

  • ¿ Quién eres? Soy el sentimiento, y ¿que vienes a hacer aquí? Vengo a que recapacitéis sobre lo que estáis haciendo.



EL SILENCIO



  • El silencio le dijo a la palabra: “ No te lo tomes a mal, ya que suelo aparecer poco, pero a veces mas vale ser un poco como soy yo”



LA MARIPOSA



  • Todos se reían de mi, cuando era pequeña y fea, ahora he crecido y todos me miran estupefactos. Ya no soy un gusano.



DIOS



  • Dios, una tarde pensó... estoy muy solo en todo este espacio de tierra y pensó: “ Ya sé, crearé un mundo con una criatura, Adán” Cuando Adán le pidió una esposa, Dios pensó: “ Me he equivocado al crearlos”. Y Adán y ahora Eva, después del 7º día, se preguntaron... ¿ però dónde se ha ido Dios? Y eso mismo es lo que nos preguntamos hoy en día muchos de nosotros.



MAÑANA



  • Hoy le pregunta al ayer, ¿ que hice? Y le contestó el Ayer, nada bueno. Entonces el hoy le dice al mañana procura que todo salga mejor.



EL OLVIDO



  • ¿ Quién fui? ¿ Dónde vivía? ¿ Quién eran mis hijos? ¿ Cómo se llamaban? ¿ Dónde estoy? ¿ Cómo me llamo? ¿ Quién eres?: Y le contestó el Olvido: ¿ A mi me lo preguntas?



RECUERDOS



  • Un hombre con demasiado tiempo libre, vive de sus recuerdos.



LA VIDA Y LA MUERTE



  • La vida, le dice a la muerte: “¿ Por qué quieres acabar conmigo?” Y la muerte le dice: “ No es que quiera acabar contigo, es que si no yo no existiría”.



EL SOL Y LAS NUBES



  • El Sol, ya lleva sin ofrecer todo su esplendor más de una semana, molesto le dice a las nubes que le tapan en cuanto va subiendo a lo alto del cielo: “ ¿Queréis dejar que me luzca de una vez por todas? “ Las nubes, lo miraron y le dijeron: “ No queremos molestarte, habla con el viento que nos lleva de aquí para allá” . Así lo hizo, le dijo al viento. “ Oye, ¡ Para ya de traer a estas nubes tan cerca de mí !, y el viento entonces le dijo: “ ¿Entonces cuál es mi función en este mundo?”



EL LADRÓN Y LAS JOYAS



  • Una noche en que un ladrón se dispuso a robar una de las joyas más valiosas de una de las familias más reconocidas de todo México, pasó algo... ¡ Oye ! ¿Por qué me quitas de mi almohada acolchada? Le dijo aquél collar de enormes diamantes. El ladrón lo soltó de inmediato y salió corriendo por donde había entrado. El collar, ahora en el suelo, decía: “ No se porque se empeña la gente en quitarme de mi cama de noche y de repente, no tienen mejor que hacer o qué?

    escrito por Sara Fernández Avellaneda


TIEMPOS DE DOLOR, TIEMPOS DE AMOR (Sara Fernández)


La vida me dio de lado como mujer con derechos desde prácticamente mi nacimiento en el año 1929. La Guerra Civil, todavía no se había iniciado, pero no es que los tiempos tampoco fueran muy buenos que digamos. Mis hermanos y yo nacimos en el seno de una familia humilde al sur de España. Éramos tres hermanas, contándome a mi también, aunque yo era la pequeña de ellas, y tres hermanos, mayores que nosotras. Tanto ellas dos como yo, teníamos las obligaciones que tanto mi madre, como la sociedad de aquellos tiempos nos imponía. La ayuda en casa era fundamental, al igual que servir a las peticiones de mi padre y mis hermanos cuando éstos venían de faenar las tierras que poseíamos. También aprender labores, algo imprescindible para ser una futura mujer de su casa, así como aprender a cocinar, fregar el suelo de rodillas, etc. La cultura que se nos impuso en aquellos tiempos, por decirlo así, era la de dejar contentos a nuestros hermanos, y nuestro padre, ya que ellos eran los que nos alimentaban. Mi madre, todo le parecía poco a la hora de contentar a mi padre y mis hermanos, no es que nos tuviera a nosotras de lado, pero claro, ellos venían de trabajar, estaban cansados, para ella, hacían la faena principal y la más dura.

Pasaron los años, y mi padre justo empezar la Guerra Civil, cayó enfermo. Mis tres hermanos apenas podían sacar nada de la tierra, no estaban los tiempos como para cultivar, sino que ahora debíamos pensar la manera de subsistir sin las tierras, pero claro, aportando dinero a casa de algún modo. Mis hermanos se fueron a Francia, y nosotras nos quedamos en nuestro pequeño pueblo. Mis hermanas, fueron a servir de interinas cada una a una casa de señores de postín, y 1 vez al mes, venían a casa a traerles el sobre cerrado a mi madre y a mi padre. Así vivíamos ahora, con el sueldo de mis dos hermanas. Los campos de mi padre, dejaron de trabajarse, aunque seguían siendo de él, y de mis hermanos no teníamos apenas noticias. Yo al cumplir la edad de 16 años, y debido a que una de mis hermanas al contraer matrimonio, dejó de trabajar sirviendo, me introduje en el mundo de el servir. Era un sobre menos al mes, y se notaba mucho, ya que tampoco no es que les pagaran demasiado a ninguna de ellas, parecía que contra más tenían aquellas gentes, más tacaños eran. Así que mi hermana, se fue a vivir a Barcelona con su marido, y mi otra hermana y yo, llevábamos el sobre a casa. Mi padre, seguía enfermo, cada vez más, y por tanto necesitaba más cuidados, más medicamentos, etc. Que mi madre podía comprar y pagar al médico, así como comer, gracias al sueldo que íbamos ganando.

Yo solo tenía 16 años, y seguía sirviendo, limpiando y ahora cuidando de tres niños, los nietos del matrimonio. La verdad es que sentía cierta envidia al ver la infancia de esos niños, ver que ellos podían disfrutar de la niñez, ya que yo no pude hacerlo. Todos los juguetes que les regalaban, todas las ropas que lucían, y que yo lavaba a mano, bueno, la de ellos y la de sus abuelos y sus padres, ya que hubo una temporada que el matrimonio, padres de los niños, también se fueron a vivir a casa de los abuelos debido a un problema que tuvo el marido de ésta con los negocios. Yo allí era todo oídos, pero nada más, y que no se me ocurriera abrir la boca, no estaba yo como para jugármela. Aquí estuve también interina, y solo los últimos Domingos de cada mes, iba a ver a mis padres, que era cuando les entregaba todo el dinero íntegro de mi sueldo. Pasó 1 año y medio, cuando mi padre falleció. Tanto mi madre, como mis hermanas, quedamos desoladas. Mi hermana mayor, la que marchó a Barcelona vino a toda prisa, pero mis tres hermanos, no. Perdimos el contacto con ellos, hace más de dos años, y aunque intentamos buscarlos por todos los medios nos fue imposible localizarlos, es como si se los hubiera tragado la tierra. Al menos, no teníamos noticias de su fallecimiento, y ésto era lo que le consolaba también a mi madre. El entierro de mi padre fue un duro día de Invierno del año 1947. Ahora mi madre destrozada después del duro golpe, necesitaba más que nunca el apoyo de al menos las dos hijas que tenía más próximas. Así que, ya que a mi hermana no le dejaron ni salir, al menos cada Domingo de cada semana durante 2 meses, para así poder estar más al tanto de mi madre, tuve que hablar yo con mis señores. Enseguida, y para mi gran sorpresa, ellos entendieron la situación que les planteaba y me dijeron que no había ningún problema en que marchara cada Domingo de cada mes a estar con mi madre, y no solo por dos meses, si no ya para todo el tiempo que quisiera. Esto, como ya he comentado, me sorprendió y la verdad es que se lo agradecí y se lo agradezco de por vida. Yo seguía cobrando lo mismo, incluso trabajando menos, cosa que hizo que cambiase mi punto de vista de esta clase social, al menos de esta familia en particular, e incluso, mis señores se ofrecieron a si le hacía falta algo a mi madre, de dárselo con gusto. Quedé aún más sorprendida.

Pasaron los años, y mis señores, primero ella, de una pneumonía, y luego él de tuberculosis, murieron. Su hija, a la que le cuidaba yo los hijos, ya no quería mis servicios, ya que también era mala época para ellos, para mantener a servidumbre, así que me tuve que marchar y buscarme la vida en otra casa, ya que lo único que sabía hacer era hacer las cosas de la casa.

Por aquellos tiempos, mi madre también cayó enferma, y yo, ya no pude ir a ganarme la vida, si no que hablándolo con mis hermanas, yo me quedé al cuidado de ella. Ahora sí que eran tiempos difíciles, sólo debíamos vivir con el sobre de mi hermana, ya que mi hermana de Barcelona, ahora con dos niños, aún lo tenía peor para enviarnos dinero, si su marido no se quedaba sin empleo, entonces tenía un niño, si no, tenía otro. Vamos, que no nos podía ayudar, económicamente hablando.



Un día, mientras me dirigía al cementerio donde reposaban los restos mortales de mi padre, vislumbré a los lejos tres sombras delante mismo donde él estaba enterrado. La verdad, me sorprendió enormemente ver a alguien delante de la tumba de mi padre y más en ese estado casi inmóbil. Sólo mis tres hermanas y mi madre, cuando ella podía ir, nos acercábamos a limpiar el nicho y a colocarle algunas florecillas que recogíamos en el camino y que cuando llegábamos hacíamos con ellas un pequeño ramillete, pequeño en flores pero lleno de amor y cariño.

Ya estaba a un paso... Ahora podía ver que eran tres hombres, de unos 45 años de edad aproximadamente, menos uno que parecía algo menor que el resto.

Les saludé educadamente, y me dispuse a ponerme de rodillas como solía a hacer para rezarle a mi padre en silencio... Los tres a ver lo que iba a hacer, abrieron los ojos y emitieron un sonido de exclamación y a la vez de sorpresa.

Al oír esta pequeña exclamación y una serie de murmullos, me giré y los observé.

Algo, pero no se bien el qué, me hizo que el corazón me diera un huelco, pero no entendía el por qué.

Entonces uno de ellos, el que parecía mayor, me preguntó con voz entrecortada y con cierto tono extranjero:

  • ¿Eres familiar de Juan Serrano del Monte?
  • Sí, les contesté yo, soy la hija pequeña, María Serrano.
  • Entonces los tres se echaron a llorar, y entre sollozos vinieron y se abalanzaron hacia mí. Yo todavía no entendía nada, pero entonces el más pequeño, que tendría unos 37 años aproximadamente me dijo, mientras se terminaba de secar las lágrimas:
  • Somos Juan Serrano, Manolo Serrano y José Serrano.
  • Entonces, se me paró el corazón de golpe, abrí los ojos y no pude emitir ni un solo sonido. Sólo brotaban mis lágrimas por las mejillas, sin cesar... mientras exclamaba y preguntaba ¿ Sois mis hermanos ? ¡ Estáis vivos, estáis bien! Y sin reparar en reproches, por el tiempo pasado, porque la alegría de nuestro encuentro era mayor que todo lo anterior, les llevé hasta la que fue y seguía siendo nuestra casa. Por el camino les fui explicando, como habíamos vivido todos estos años, como nos lo teníamos que montar para poder sobrevivir a un montón de acontecimientos familiares, entre ellos la enfermedad de nuestro padre, y ahora la de nuestra madre, pero todo esto, sin intención de echarles en cara nada, absolutamente nada, y menos sabiendo que ellos tampoco lo habían estado pasando bien, y que también intentaron ponerse en contacto con nosotros, e incluso ahorraban para venirse de vuelta a España, pero que no les fue posible de ninguna de las maneras.
    Llegamos a casa, y mamá ahora sentada al lado de la mesa de la cocina, apoyada en una de sus envejecidas y trabajadas manos, y en un tono pensativo, no abrió la boca al oír la puerta de la calle. Ensimismada en sus pensamientos, lo que podríamos llamar ahora principios de Alzheimer, se mantenía en una pose erguida, con las piernas ladeadas hacia un lado, mientras la olla exprés pitaba. No puedo dejarla sola, ya no, pensaba yo, mientras me percataba de esta imagen.
    Hice que mis hermanos permanecieran en el comedor, sentados en el sofá en silencio, ya que ya les avisé de como estaba toda la situación.
    Fui a la cocina.
  • Mamá, ¿ puedes venir un segundo al comedor, por favor? A venido alguien a verte.
  • ¿ Y la olla ?
  • Tranquila, ya la apago yo ahora, y te acompaño.
    Nos dirigimos al comedor.
    Mi madre al ver a estos tres hombres sentados en el sofá exclamó:
  • Hija, ¿quiénes son? No los reconozco.
    Entonces les hice una señal a los tres como habíamos acordado antes de llegar a la casa, y los tres se levantaron, y a la vez, abrazaron fuertemente a mamá, mientras decían:
  • ¡ Te hemos echado tanto de menos mamá!
    Mi madre, ahora, y al oír el timbre de voz de cada uno de ellos, los reconoció, y llorando, les devolvió el abrazo, y los dirigió a los tres hacia su pecho, con tal fuerza que parecía que nunca más quería que se fueran de su lado.
    ¡ Mi madre, los había reconocido después de tantos años, y después de que padeciera lo que padecía !
  • ¡ Yo también os he echado muchísimo de menos, no había día en mi vida, así como en la vida de vuestro queridísimo padre, que no os recordara! ¡Me habéis devuelto la ilusión de vivir, hijos míos!
    Entonces, informamos a mis dos hermanas de tal acontecimiento. Mi hermana no pudo venir hasta el Domingo de esa semana, que coincidía que era el último del mes, y mi hermana de Barcelona vino a los tres días, con su marido y sus dos hijos.
  • ¡Estábamos todos juntos de nuevo!
    Todos los ratos malos que habíamos pasado durante tantos años, parecían que se habían esfumado por aquellos instantes de gloria. Faltaba mi padre, pero mi madre incluso parecía que iba reponiéndose y todo. Alegremente contaba anécdotas vividas, omitiendo lo negativo, y así pasamos aquel maravilloso verano del año 1956. La vida seguía siendo difícil, pero el amor hizo que todo se llevara de manera más amena y con ilusión por vivir y levantarse cada día. La unión hizo la fuerza para seguir luchando ante la vida y la enfermedad. Aunque mi hermana tuvo que volver a Barcelona, y mi otra hermana, aún soltera, seguía sirviendo como interina, ellos habían vuelto, pero para quedarse. Ahora, aunque yo era la que se tenía que hacer cargo de mi madre y mis tres hermanos, la verdad es que no me sabía nada mal. La verdad era feliz, muy feliz. Mis hermanos, volvieron a coger las riendas de los campos de mi padre, y volvió a resurgir el va y viene de comida, ahora también hacían negocio con gente que tenía pequeñas tiendas, a las que les vendían parte de la cosecha, y ésto también nos permitía vivir mucho mejor.
    Sin duda alguna, echaba de menos cuando llegaban los tres de trabajar, el esperar ver a mi padre asomar detrás de ellos, pero su imagen siempre se mantuvo y se mantendrá en mi retina.
    Como cosas de la vida, su lecho de muerte fue nuestro nuevo punto de partida, nuestra nueva unión, así que como yo creo en estas cosas, algo tiene que ver Juan Serrano del Monte, mi padre.
    Y esto, era algunas de las cosas que le susurraba a mi padre a los pies de su nicho cada Domingo a partir de la llegada de mis hermanos y la unión familiar,
  • Te quiero y te querré siempre papá. Volvemos a estar juntos de nuevo, deja a mamá aquí muchos años más, para que pueda disfrutar de aquello que la vida le arrebató por mucho tiempo. El ser totalmente feliz. Igualmente, que sepas que la felicidad completa sería si tu estuvieras entre nosotros. Sabes que te recordamos cada día. Un beso fuerte.

Tu hija que te adora, María.

Escrito por: Sara Fernández Avellaneda
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...