EUSTAQUIO (Sara Fernández)

domingo, 29 de septiembre de 2013



EUSTAQUIO

Sus manos cansadas de arar la tierra, ahora descansan. Donde hace 60 años encontrábamos a un joven erguido, apuesto, y que se comía el mundo, ahora encontramos a un anciano que ha agotado los recursos que le ha ofrecido la vida en todo este tiempo. Es hora de recordar, de pensar, de respirar el aire que te rodea, de disfrutar tus frutos sembrados y trabajados ahora por otros, tus hijos. ¡ Suerte de ellos! Me dices a menudo cuando voy a visitarte, pero lo que no sabes es que ellos me dicen: ¡ Suerte de mi padre!
Ahora, asomado cada día a la ventana, poco después de que el gallo de su canto de buenos días, observas todo lo que ha sido, y sigue siendo tuyo, consecuencia de tu trabajo, del sudor de tu frente, de tu lucha continua por seguir adelante en los momentos más difíciles y con una familia a la que sacar adelante. Te sientes orgulloso de tu vida, no solo por lo que hiciste, sino por como fuiste con tus seres queridos, y por como son ellos contigo. Pero a la vez, sientes el golpe del vacío que te dejó la vida, cuando ésta se llevó a tu esposa al poco de nacer tu hijo menor. ¡ Pobre Gumersinda! ¡ Amada mía! Ahora podríamos estar tan bien... se lamenta el viejo des de su ventana. Ahora - dice el viejo- agarraría tus manos y seguro que permanecerías a mi lado frente a esta ventana viendo como trabajan nuestros hijos nuestras tierras.¡ Que alegría más grande te daría! ¡ Qué felices que seríamos! Si tu estuvieras... El viejo Eustaquio, sentado en su inseparable silla de mimbre de al lado de su cama, esboza una sonrisa a la vez que se seca las lágrimas que le provocan el recuerdo de su mujer.
Eustaquio, es un hombre fuerte, valiente, curtido, y con un corazón de oro, bueno donde los haya, a veces demasiado confiado, los palos que ha recibido durante su vida no le han hecho desconfiar de nadie. Ahora le toca vivir la soledad por un matrimonio truncado por la muerte, pero con la certeza de que debe seguir vivo hasta que Dios quiera, para estar al lado de sus hijos. Siempre piensa en todos, siempre, mientras nosotros des de fuera, vemos que cada uno va a lo suyo, en aparencia, mientras Eustaquio vela por todos.
Escrito: por Sara Fernández Avellaneda

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